Vi una señora que me
asustó. Creo que yo le daba asco.
Me hizo acordar a mí respecto a todo.
La vieja era
copetuda pero fulerita. Lucía un vestido largo floreado y un sombrero de paja
moderno con una cinta negra alrededor, zapatillas verde agua, creo que eran de
marca, aros de billuteri. Era coqueta pero sin maquillaje, sus ademanes
denotaban aires glamurosos de un pasado sagrado. Me daba la impresión que había
tenido plata hacía mucho, mucho tiempo. Me la imaginé paseando en carroza por
las calles de tierras en dirección al Teatro Colón, las primeras décadas de
otro siglo, maltratando al chófer y a su marido que no dejaba de fumar pipa y
pensar en su sirvienta sensual.
Ella iba sentada pero
levantaba el brazo hacia arriba, tenía miedo que la aplastaran, iba sentada
pero tenía miedo que la aplastara una inocente jovencita que estaba parada
junto a ella... Aparte no levantaba simplemente el brazo, lo levantaba y miraba
con desprecio, tenía terror de la chica y en un principio de mí. Pero a mí me
evitó parándose de donde estaba y yendo hacia el asiento de enfrente.
No me quedó otra que
mirarla con cariño, como también al pibe que cantaba Sui Generi que tampoco me gustaba,
pero bueno le puse una sonrisa y un peso.
¿LA SEÑORA COPETUDA HABRÁ
DEJADO DE FUMAR?
Se bajó en Primera
Junta. Estoy segura que simplemente esperó a que llegara otro subte, puesto que
el nuestro tardó unos minutos en arrancar y ella permanecía allí parada cual
Penélope a la que debíamos exorcizar.
Dificultad del día de hoy: 7
Cosas raras: tengo más miedo de lo que imagino que va
afectarme una cena; que lo que me afecta en verdad.
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