Escupí el chicle por la ventanilla, la música se encendió sola, como siempre que enciendo el auto. Manejé con dirección a alguna casa pero iba perdida. La lluvia incesante en el cristal, sus colores buscaban formas en mi córnea. Me alejé, supuse que te alejabas también; supuse que subías la escalera y entrabas a tu departamento. Tu ropa se amontonó en su rincón preferido. Tu piel se acurrucó en la manta que dejé caliente, te tocaste imaginando mis dedos, te encendiste y tu recuerdo busco mi piel. Me desvié en el camino, confundida puse el GPS. "Su destino está a 30 minutos", me alertó la maquinita que siempre me salva. Supuse que encendiste la luz del baño y limpiaste tu cara, tus manos. El agua era fría y te molestaba. Caminaste de nuevo hasta tu cama. Cambié de canción, cambié otra vez, era un caso perdido. El limpiaparabrisas desnudaba la autopista, el coche de atrás quería empujarme. No me apuré, aún era tarde. Supuse que tomaste agua, la que dejaste en
Todo lo que leerá a continuación ha fracasado.