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Mostrando entradas de mayo, 2020

LA CULPA ES DEL VIENTO

Era de noche y apenas empezaba a lloviznar, yo andaba a varias cuadras de casa. Me sentía enferma de muerte, con ganas de tirarme al suelo y ahogarme en el polvo del cemento sucio. ¿Por qué lo hice?, pensaba aturdida. Ahora es demasiado tarde para volver atrás. "Pero así es mi vida, siempre se hace tarde para todo". Saque de la vaina un cigarro y apunté a todos los demonios que me seguían. "Fuera de acá, mariquitas", dije. Ya está, ya lo hice. Besé sus labios con los míos de resignación; me abandoné un breve momento entre sus brazos, dejé que resbalara todo como el agua... De pronto el azúcar en sangre descendió estrepitosamente y yo deseaba arrojarme al mar del asfalto y dejarme morir. "No se puede caminar con la presión tan baja", argüí a mi voz interior. Deseé que viniera el patrullero que solía apabullarme en la esquina de casa. Esa misma dama palurda que acosaba a los vecinos ahora, yo, la necesitaba. Quería que en carretilla me arrojara dentro del

CHERNOBYL

Todos tenemos en nuestro sistema un volcán latente trastornado de energía que el día de mañana (de hoy o de ayer) nos podría llevar a lugares que jamás quisimos o QUERÍAMOS DEMASIADO. Ese núcleo (que protegemos), que protejo con estructuras sociales, familiares, amorosas, con pantallas para que la gente crea que lo que está viendo es un ser humano parecido al que ve todas las mañanas en su espejo. Y entonces no nos apunte con una lanza y no grite: “Ey vos, distinto, mereces ser lapidado”. Ese núcleo a veces tiene filtraciones y emerge como un monstro hambriento la realidad, la esencia, el súper yo que tantas veces tratamos de asesinar. Eso que aunque no lo veamos está invisible y supremo en las profundidades de nuestra obediencia. Siglos y siglos de humanidades iguales, sumisas, familieras, sociedades iguales con sus asesinos, sus violadores, sus sabiondos, y uno… ridículamente igual al otro.   Ese núcleo que por momento tiene filtraciones, son pasillos direccionados. Y no es solam

SEÑALES

Qué son las señales y por qué no puedo oírlas; o si las oigo no las entiendo. ¿Será que nunca recibí una señal? Definitivamente la ando necesitando. A veces quiero atar cabos pero nada de eso sucede como debería.   Me escribió hace poco mi segundo novio… Fuimos “novios” hasta mis veintiún años, creo… Quiere verme y darme explicaciones del pasado. Eso fue todo lo raro que me pasó esta última semana y no lo siento como una señal... es decir, qué de bueno puedo traerme un ex de hace más de quince años que terminó siendo un ladrón de Bancos que se hizo evangelista. NADA, CLARO ESTÁ.   Y no por los evangelistas, mi respeto hacia todas las religiones pero: ¡vamos! Por supuesto que le dije que no, y que no necesitaba explicaciones del pasado, me dio pereza de solo pensarlo.   Me llamó la atención porque pensé que era un ser del que iba a saber más nada, es ese tipo de gente que ni siquiera usa redes sociales (aunque me contactó por Facebook el cual debe utilizar para contactar ex-novias

SUS OJOS

Caminaba entre hojas de otoño masticando los mismos sentimientos de siempre, solo que en vez de salirse en resbalosos suspiros impactaban contra el barbijo turbio. Los perros de mi mamá iban unos cuantos metros adelante mío, casi se perdían de vista entre los árboles de un perpetuo socorro. Siempre camino como si pateara latitas, pero está vez pateé una piedra y fue a parar a los pies de un muchacho. —Ey, amiga, me daría unos pesos, o algo que le sobre. —No tengo unos pesos… —Sos muy linda vo… —Gracias, vos también—dije y vi que de la vereda de enfrente cruzaba su compañera. Seguí caminando aterrada porque el piropo que acaba de decir no se transformara en algo no deseado. El muchacho era guapo de verdad. Mediría un metro ochenta, con unos ojazos azules grises que me impactaron, bocudo, bronceado eterno, jogging gris, buzo de San Lorenzo y unas inmensas zapatillas. — ¿Qué le dijiste? —se escuchó como la piba le gritaba al pibe. El agarró el carro y tiró… se perdieron

HOY DANGER

Algunos días atrás lejos del alcohol, de mi soledad, viviendo en la casa de mis padres pensé lo siguiente: Odio meterme mis palabras en mi sacro culo, que de sacro no tiene nada pero me resfrié (si d ios quiere es un resfrío) y estoy asustada supongo que por eso nombro a D ios... también lo hago en los malos vuelos. HOY Amo sacar de mi culo palabras que no creo… Cuando salís del estado de constipación la vida es maravillosa. Empatizar con el resto del universo es una tarea sencilla.   El resfrío pasó, pasó la muerte y su fanático tormento. Sacar la mierda afuera es la clave. Mucho limón (no el que yo cultivo porque nunca me dio un fruto, es literalmente un hijo mío) y Redoxón, fueron la cura. Fui y vine de la muerte varias veces, mi mente es un hospital y un médico. Pero mi problema nunca fue ese; sino esas putas, reventadas, revolcadas y potentes ganas de encender un cigarrillo y jalar tan fuerte como sea posible. A veces ni siquiera comprendo porque me metí en la cabeza la titánic