LA CARA DEL DIABLO
“VIVO EN CUARENTENA DESDE QUE RECUERDO YO Y
POR LA VÍA NO PASA LA VÍA DEL SOL”
¿Alguna vez se sentaron a las 18.49 de la
tarde de un otoño entradito en años a contemplar la existencia de ustedes
mismos?
¿Saben cuanta gente se suicidó desde que
vivimos encerrados?
Bienvenidos
a la hora de la muerte. Cuando yo
era más pequeña, se decía que había un ritual que se practicaba el 24 de
diciembre a las 23 horas; 59 minutos y 59 segundos. El ritual consistía en
entrar al baño con una vela y mirarse al espejo, entonces de esa manera se
podría conocer la cara del DIABLO. Lógico que lo
hice, y no vi nada. Tuve miedo pero no vi nada. Lo recordé porque ahora no sé
si el diablo es lo que siento cada día de soledad a las 19 horas. Estoy en una
habitación en silencio, por la ventana supura un ruido molesto que no distingo
si es la tv de algún vecino o el parloteo de una video llamada. El parloteo se extingue
y entra el viento. Está fresco y oscuro, veo mis manos en el teclado y un
silencio espeso que tiene valor por sí solo. Decidí
hacerle frente a las 19.00. No me puse ninguna actividad, no me voy a duchar,
ni a comer, ni a beber (aunque debo reconocer que mi horario para cenar se pasó
al americano yanqui. Creo que hacen muy bien en cenar a las 19.00 y podría acostumbrarme
de por vida a que ese fuese mi horario del morfi).
Estoy sentada contemplado mi espíritu, los muebles
de mi casa, el eterno ladrido del perro a lo lejos, hay un estante con el libro
que escribí (La niña sin talento) me está mirando y me pide que le dé más vida.
Yo le pido que también haga algo por mí. Que charle con sus amigos de los estantes
y les pregunte como hicieron para triunfar. Luego
vuelvo a mirarme a mí misma. Y descubro algo que no había descubierto antes.
Hay una galaxia inmensa aquí adentro. Hay un cosmos, un abeto y dos gatos. Sonrió
y le saco una foto a las sillas vacías. El eco de aire que exhalo baila en el
living de mi casa y sueña con ser Maradona.
Llega una indicación. El diablo me espera a las 19.45 para tomar una copa del
vino que compre a la mañana. Compré un vino medio pelo, no tengo buen paladar.
Me gusta solamente la cerveza pero andaba antojada de un tinto y ya,
seguramente lo sodee (del verbo sodear = soda) a partir de la terceracopa. El diablo quiere que hablemos del ritual del 24 de diciembre.
Aparentemente no es él quien se refleja y va a contarme la posta del meollo. Me
pidió que lleve Marlboro box.
DIFICULTAD DEL 1 AL 10: QUE EL DIABLO HABLE POR MI. 10.
COSAS RARAS: EL MUCHACHO SE ASUSTÓ Y SE FUE.
ME RECORDÓ A: "LOS SUICIDAS DEL FIN DEL MUNDO", LIBRO QUE RECOMIENDO.
Comentarios
Publicar un comentario