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COMO DOS PERROS

 

Básicamente esto es lo mismo que dejar de fumar, es un fantasmita que secunda mi intelecto día y noche. Siempre hay algo más que me atemoriza. Si me hago el estudio del corazón me quedo tranquila por un tiempo, pero luego son las tetas (que interesante hablar de tetas en este momento del país), sino son los ovarios, luego de realizados esos estudios, aparece alguna molestia, que luego se transforma, o la transformo, en molestia crónica, para luego transformarse en algún supuesto tipo de tumor maligno que me designa solo seis meses de vida. Todo eso es el trasfondo de mi cerebro, JAMÁS verbalizado, solo es algo que me persigue. En lo que va del año y muy a pesar de la Pandemia, no me quedó más remedio que recurrir al médico, empecé por un estudio, terminé realizando varios. Todos motivos de fuerza mayor. EL OÍDO. Tengo un puto zumbido, una “i” sostenida en un agudo Soprano, a decibeles tolerables. Pero está y cuando me di cuenta de ello, entré en pánico. Al principio creí que estaba aturdida de algo (los infelices de delante de mi casa estuvieron en obra un año), luego descubrí que era algo permanente. Desde hace un par de meses convivo con eso. Viví en pánico los últimos 2 meses, muerta de miedo creyendo que moriría.

No puedo pensar: “es un pinche ruido que no hará mella en mi salud”. No, siempre me arrimo a la perjudicial e inconveniente muerte. Luego de realizar toooodos los estudios pertinentes, y de tener al Jesús en la boca, nadie descubrió nada, suponen que se debe al bruxismo y ya. Era obvio que la nerviosita que habita dentro de mí iba a bruxar.

Ayer me encontré con una amiga que se preocupa mucho por mi paranoia y me da buenos consejos, yo la admiro, ella no tiene miedo a nada de la salud. Al salir de su casa me subí a la autopista y me confundí de salida, básicamente me fui a la mierda. Una de la mañana, día de tormenta fatal, terminé al costado de la autopista oscura y casi inundada, las luces revotaban en los reflejos del agua. Me perdí, quizá porque hacía añares que no salía de mi casa, o quizá porque andaba con ganas de perderme un poco. Frené para poner el GPS, un varón de unos 38 años detuvo un Audi detrás del mío, bajó a ver las gomas o algo del costado del auto. Estaba bien vestido, lo tenía de lejos pero lo imaginaba perfumado. No sé por qué me bajé del auto para pedirle que me orientase para volver a mi casa. Yo me sentía especialmente sensual esa madrugada, es como si el sexo saliera por los poros de toda mi piel y me pidiera revancha.



—Disculpá, me podrías ayudar que estoy perdida.

El tipo se dirigió hacia mí en tan solo 5 segundos.

— ¿En qué puedo ayudarte?

Los dos estábamos parados bajo la tormenta como si no pudiese mojarnos. Empapados hasta la medula, perdidos, ¿buscando lo mismo?

— No estoy segura si podés ayudarme— arriesgué.

Me recliné sobre el capot de mi coche, el dio un paso instintivo. Mi culo se mojó por completo, eso me incomodó bastante. Yo no dije más nada. Entonces el avanzó casi hasta el extremo de mi boca.

Me besó el cuello, lo tomé por la nuca y tironeé un poco de su pelo negro y corto. Me di vuelta y le dije que me ayude a bajarme la ropa, tuvimos sexo apasionado al costado de la colectora. Como dos perros.

Cuando terminamos, me vestí rápido y subí a mi coche. Arranqué sin despedirlo. Escuché que me pedía el número del celular.

Hoy amanecí en mi cama matrimonial con un nivel de cachondez marca F.1000.

No sé en qué momento comenzó el sueño y hasta dónde fue la realidad. Me levanté a tomar mate y ver la lluvia perfecta, quisiera haber amanecido en una casilla de la 31 con un desconocido. Pero estoy en Devoto como siempre.

Miro de refilón la ropa tirada que me saqué anoche cuando llegué a casa. Está toda empapada…




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